BASES FISIOLÓGICAS
Una neoplasia es “una masa anormal de tejido
cuyo crecimiento es excesivo y está descoordinado
con el del resto de tejidos normales del organismo,
y que persiste de la misma manera excesiva una vez
que ha cesado el estímulo que lo ha originado”. La
diferenciación entre neoplasias benignas y malignas
o cánceres se basa en criterios histológicos y biológicos. Estas diferencias sin embargo no son absolutas
siendo la capacidad de invasión de los tejidos circundantes al tumor y la posibilidad de producción de
metástasis las que mejor las diferencian.
Las células cancerosas presentan cuatro características esenciales:
– Clonalidad: cada tumor maligno se origina en una
única célula que prolifera y da lugar a un clon de
células malignas.
– Autonomía: El crecimiento y desarrollo de la célula cancerosa no es regulado de forma correcta
por los moduladores hormonales y bioquímicos
normales.
– Anaplasia: las células tumorales tienen una pérdida de diferenciación celular. En líneas generales,
cuanto mayor sea el grado de anaplasia de un tumor mayor será su potencial metastásico y más
intensa su diseminación.
– Metástasis: la célula cancerosa tiene capacidad de
difundir (invadir otros tejidos) a distancia de su
lugar de origen.
En la etiología del cáncer se encuentran una serie de factores tanto de tipo exógeno como endógeno que hoy en día se encuentran ya plenamente
contrastados. Entre los de tipo exógeno destacan: el
tabaco, el alcohol, la dieta, las radiaciones, factores
ocupacionales asociados a determinadas sustancias
(asbesto, arsénico, cuero, níquel, etc.), algunos fármacos y determinados virus. Los factores endógenos se encuentran ligados a determinadas alteraciones genéticas reconociéndose hoy en día, como
principales implicados los oncogenes dominantes
y los genes supresores de tumores o antioncogenes.
Existe una gran variedad de cánceres diferentes
y la terminología que se emplea deriva de las células
o tejidos donde se originan.
Los que nacen en el tejido mesenquimatoso se denominan genéricamente sarcomas y los que se producen en los epitelios,
carcinomas. Dentro de estos últimos distinguimos
los adenocarcinomas, cuyas células presentan un
patrón de crecimiento glandular y, los carcinomas
epidermoides o escamosos que contienen células
escamosas.
Añadiendo el nombre del órgano donde se ha originado el proceso habremos definido
perfectamente la entidad: adenocarcinoma de mama, osteosarcoma, carcinoma epidermoide de esófago, etc.
La posibilidad de curación de los tumores malignos depende de numerosas variables, siendo la
más importante el grado de extensión o estadio de
la enfermedad en el momento del diagnóstico. La
capacidad de difusión tumoral se produce tanto a nivel local (invaden), como a distancia (metastatizan). Esta diseminación se produce por tres vías
fundamentales: por invasión directa de tejidos adyacentes, por vía linfática a ganglios linfáticos locorregionales y por vía hematógena a otros órganos a distancia. Estas tres vías son la base para el
sistema de estadiaje conocido por las siglas TNM,
donde T representa el tamaño del tumor primario,
N (del inglés Node) la presencia de metástasis en
ganglios linfáticos locorregionales y M la existencia
de metástasis a distancia. Estos símbolos se cuantifican para el tumor primario, de menor a mayor
tamaño tumoral, como T1, T2, T3 y T4; para la
afectación ganglionar creciente como N0, N1, N2
y N3 y para la ausencia o presencia de metástasis
como M0 y M1. Basados en estos datos se han desarrollado dos sistemas paralelos de estadios clínicos, el de la UICC (Unión Internacional contra el
Cáncer) y el de la AJC (American Joint Committee
for Cancer Staging and End Result Reporting),
usados indistintamente por las diferentes escuelas.
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